- Además del impacto negativo en las emociones y las finanzas en las familias colombianas,
La elección de carrera errónea genera efectos irreversibles en cerca de $972.200 millones de la inversión nacional.
- La orientación vocacional se ha convertido en un aliado crucial, en una de las etapas de mayor incertidumbre para la proyección de vida de los jóvenes.
En los últimos años, la educación en Colombia ha atravesado un momento crítico pese a los esfuerzos que, desde el Ministerio de Educación se ejecutan para mitigar el déficit en materia, pues además de cifras alarmantes como la deserción universitaria que llega al 46% de los estudiantes de programas académicos profesionales (Fedesarrollo 2022), se esconden otros factores académicos que son silenciosos y que lanzan un S.O.S., como la salud mental y el gasto de dinero y tiempo en hijos y padres, producidos por una equivocada elección de carrera.
Por lo anterior, cada vez se reconoce la importancia de la orientación vocacional y su implementación como un eje transversal para elegir una oferta académica. Según Samilé Albarracín, orientadora vocacional y financiera, “el descubrir las habilidades innatas por medio de testeos científicos es fundamental a la hora de proyectar la vida profesional y las finanzas”.
Teniendo en cuenta que las instituciones de educación superior “calientan motores” para ofertar sus programas académicos de cara al segundo periodo del año, es importante afirmar que, además de afectar al desarrollo del país, elegir equivocadamente una carrera genera impactos negativos emocionales y financieros. Del primer impacto, Samilé concluye que son cuatro aspectos que se ve enmarcado en la población que elige el camino de vida sin conocer sus habilidades.
“Normalmente los jóvenes eligen carrera para generar ingresos y sentirse útiles para la sociedad, por tanto, tomar la decisión académica erróneamente se ve reflejado en aspectos que golpean el autoestima: el primer aspecto es la frustración, el segundo es la decepción personal que se centra en el cerebro colectivo al ser juzgado por los demás, el tercer se estabiliza en el miedo a la validación social debido a la etiqueta de “profesional” que se le otorga con el mínimo hecho de definir su orientación académica y por último genera desorientación total para identificar su rol en el mundo”.
Así mismo, la orientadora fijó impactos económicos, financieros y empresariales en las personas que estudiaron carreras que no son afines a sus destrezas naturales:
Frente a la economía nacional, elegir una carrera que no corresponda a las habilidades innatas aporta a situaciones negativos como la deserción universitaria, un fenómeno que puede superar el 70% de los alumnos que ingresan a la educación superior pero que no culminan sus estudios, los cuales, según el último informe del Observatorio de la Universidad Colombiana, 9.956 fueron beneficiados de programas sociales como Generación E, cuya inversión de los gobiernos locales y nacional, ascienden a los $979.200 millones (M.E.N 2021); presupuesto que provienen del presupuesto del país.
Desde el foco económico-empresarial, Albarracín afirma que, “las personas que ejercen su profesión, pero su pasión está desacoplada, los hacen cómplices de la economía regular de Colombia debido a que sus servicios no es prenda de garantía; ellos ocupan el cargo laboral por una retribución limitada. Por el contrario, contratar perfiles profesionales-vocacional, produce mayor eficacidad laboral a la empresa. Es hora de entender que, la contratación de perfiles con vocación, aunque requiere un alto costo, estos se convertirán en su mejor inversión al generar rentabilidad al empleador e incluso le podría propiciar mayores utilidades”.
Si bien es cierto que los padres de familia son damnificados financieramente por ser en su gran mayoría, los máximos codeudores de la educación de sus hijos, se ha evidenciado que su responsabilidad en la toma de decisión de sus primogénitos es común, no solamente por ser una imagen de autoridad en el hogar, sino por ser emisores de ciertos factores que aún siguen vigente desde sus infancias.
Si bien el mundo ha tenido cambios por generaciones, existe una patente extrema al exceso de control de la que vienen acostumbrados los mayores: El libertinaje. Esta palabra que genera miedo en los adultos, es la herramienta principal para que los padres apliquen la frase “se hace lo que quiera o diga”, reflejando en ella sus miedos y sus perspectivas de lo que es el “bien” o el “mal”, imponiendo en sus hijos tomar una elección de manera obligada y tajante.
Dicho lo anterior y teniendo la diferencia entre libertinaje y libertad pensado como el derecho de conducir las acciones sin afectar el bienestar de segundos, Albarracín hace un llamado a las cabezas de hogar para que sean ellos los principales generados del proceso mental correcto en sus hijos, basándose en preguntas como ¿para qué los buscan?, ¿en qué son buenos?, ¿cómo resuelve problemas?, ¿cómo se sienten?, y a su vez aporten al descubrimiento de potencialidades que les permitan forjar un criterio propio.
La construcción de un país y en pro su desarrollo, Samilé Albarracín y su equipo de profesionales en el sector vocacional y financiero, hace este llamado para que jóvenes y padres de familia reflexionen en estos tiempos ante el posible exceso de información de ofertas académicas provenientes de las entidades universitarias y a quienes han sido beneficiados con proyectos educativos del Estado, se recomienda entrar en la función de balancear sus habilidades con las mallas curriculares con las que se sienten identificados, para convertir su aporte a la sociedad en una inversión y no un gasto para los colombianos.